domingo, 12 de abril de 2015

CUANDO LOS PROTAGONISTAS DEL CAMBIO SE FATIGAN

CUANDO LOS PROTAGONISTAS DEL CAMBIO SE FATIGAN
Por: José Manuel Vecino P.*
“Hasta los planes más detallados pueden ser anulados por sucesos imprevistos” Peter Senge en la Danza del Cambio.
 Las organizaciones tienen hoy el reto de reconocerse competitivas, innovadoras y capaces de sobrevivir en un mercado cambiante que obliga a ir más allá de soluciones que satisfagan la necesidad y las expectativas del cliente, deben incorporar en sus productos valores agregados que aseguren la decisión de compra una y otra vez.
Los procesos de cambio y transformación organizacional hacen parte de la cotidianidad gerencial, es la preocupación por encontrar la respuesta a la triple pregunta que se inspira en J.P. Sallevane sobre cómo:
1.      Ser más rentable. Es la lógica de los negocios que llevan a tomar decisiones que lleven a la sostenibilidad económica de la organización, mantener los ingresos necesarios para incrementar la utilidad bruta que permita asegurar a los socios  un costo de oportunidad que les permita decir “Esta es una empresa en la que vale la pena invertir”(1)

2.      Crecer más. En la dinámica empresarial está el hecho de que cada día las ventas y los clientes deben crecer y que por tanto las estrategias deben llevar a nuevos productos, nuevos segmentos de mercado, nuevos clientes. La generación de ideas innovadoras puede ser los impulsores de un incremento significativo en las ventas y en los clientes.

3.      Permanecer en el tiempo. Este es uno de los retos prioritarios de quienes aspiran a que la organización trascienda las personas. Se trata, en las empresas familiares, especialmente, de formular los protocolos necesarios para asegurar que, independientemente de las personas, la empresa podrá sobrevivir las crisis que aparecen una vez que desaparece el líder que por muchos años orientó las principales decisiones estratégicas de la organización.
Pocas son las empresas que hoy día pueden decir que NO están en proceso de cambio, que están en un remanso de paz y tranquilidad, que sus ingresos van en ascenso y la rotación de personal no solo ha disminuido sino que por el contrario han incrementado la planta. Quizá nos encontramos en un torbellino de preguntas que nos han llevado a buscar ayuda externa para poder asegurar que el barco no naufrague en el mar de las organizaciones.
Es posible que nos hayamos encontrado también con los cantos de sirena que nos obligan, como Ulises, a amarrarnos al mástil para no dejarnos arrastrar por sus melodías que han hecho cambiar el rumbo a muchas organizaciones que hoy solo existen en los libros de historia. Los responsables del cambio entienden que todas las miradas están puestas en ellos, en sus decisiones y saben que no solo deben asumir el liderazgo sino que debe ir al frente mostrando el camino. En ese sentido el equipo asignado para diseñar y poner en marcha los procesos de cambio y transformación deben recordar la importancia de las tres preguntas claves de toda gestión gerencial:
1.      Saber a dónde se va: Imaginar el futuro implica reconocer que se tienen en el presente las capacidades y potencialidades requeridas para hacer realidad el porvenir de la organización. Será por esto que los gurús dicen que la visión debe formularse en tiempo presente, de tal manera que cuando imagino la meta es porque reconozco también las dificultades que pueden presentarse en el camino. Saber qué quiero ser me obliga a describir y narrar el punto de llegada y de esta manera visualizar los escenarios y retos probables que deberá afrontar la organización.

2.      Identificar cómo hacer el cambio: Más difícil que imaginar la meta es el diseñar la estrategia ya que me obliga a responder a la pregunta ¿Cómo? En este sentido la primera evaluación que debe hacerse tiene que ver con los recursos disponibles para el viaje hacia el futuro de la organización. ¿Se cuenta con los recursos económicos, tecnológicos y de infraestructura necesarios? ¿Existe claridad de la participación y cobertura que esperamos con nuestro servicio y producto?¿A qué estamos dispuestos a renunciar para alcanzar los propósitos organizacionales?

3.      Reconocer con quién lo logrará: Una vez que el equipo tiene claro los que quiere lograr y cómo hacerlo viene quizá una de las preguntas más difíciles de responder y es ¿Con quienes debo emprender este viaje?,¿Quiénes serán los compañeros de travesía que lograrán atravesar el mar de la competencia y vencer el monstruo del cambio (2)?. Podemos llamarlos como queramos, empleados, obreros, colaboradores, aliados, etc.. lo importante es que deben tener las competencias necesarias para hacer realidad el sueño corporativo, deben estar motivados y comprometidos con la causa organizacional y vivir los valores que obligan a creer en que el futuro de la empresa lo es también para el equipo.
Las iniciativas de cambio, tal como lo afirma Peter Senge, nacen de la dirección de la empresa, pero sin duda será la base de la pirámide la que logre generar acciones capaces de avanzar en la dirección establecida. EL hecho de avanzar no significa que no se cometen errores, al contrario, es precisamente la capacidad de adaptarse a las nuevas situaciones lo que permitirá construir nuevas realidades para la organización, el pasado es una oportunidad de aprendizaje que obliga a reconocer que las oportunidades de mejora no son solo para los demás. Cuando la organización comienza a reconocer que la competencia está avanzando más rápido, que se ha vuelto más atractiva y que está dominando el mercado es entonces el momento de hacer un pare y visualizar el camino recorrido y la ruta que lleva a la meta. Es un momento crítico porque se corre el riesgo de generar ambientes tóxicos donde se pretende buscar culpables en lugar de corregir errores.
La mayoría de los gerentes sueñan con encontrar una teoría o modelo administrativo que se convierta que el vehículo en el cual se puedan transportar los objetivos  empresariales al futuro imaginado.
Sin embargo, cuando la realidad del mercado comienza a imponerse y la evidencia de que los cambios implementados no ofrecen mejoras significativas, es posible que los campeones del cambio se cansen y reconozcan que quizá las decisiones tomadas no fueron lo suficientemente arriesgadas para marcar una diferencia significativa frente a los competidores. Es el momento de reconocer que se perdió una batalla pero no la guerra.
Planear el futuro tiene la ventaja de que nadie puede asegurar que se tendrá éxito y por el contrario se debe estar en permanente alerta para modificar y ajustar los programas pre-diseñados. El reto está en descubrir si la máquina está avanzando gracias a la implementación de las estrategias que nos llevarán al futuro o por el contrario viene rodando con la velocidad que dan unos clientes cautivos pero que cuando decidan retirarse pueden poner en riesgo el destino esperado.
El equipo responsable de orientar y direccionar los cambios en la organización debe entender que lo primero es conseguir aliados internos que estén dispuestos a abandonar la zona de confort y arriesgarse a nuevos futuros, a nuevos escenarios y a ser protagonistas voluntarios de una nueva historia organizacional. Si los que apoyan el cambio lo hacen por razones externas tales como promesas económicas por ejemplo pueden resultar excelentes mercenarios que abandonarán las iniciativas apenas encuentren otras empresas dispuestas a pagar un poco más por sus servicios, de tal manera que lo que se necesitan son apóstoles que descubran en el proyecto de transformación organizacional una utilidad que va más allá de lo económico.
En otros casos, las propuestas de transformación organizacional no avanzan más allá de lo que conocemos como “efecto resorte” ya que una vez termina el entusiasmo inicial, todos vuelven a sus mismas rutinas lejos del riesgo y el peligro que significa exponerse demasiado en ambientes desconocidos. No bastan entonces los planes bien diseñados, es preciso anticipar posibles situaciones que puedan modificar el resultado final esperado. En este sentido vale la pena recordar la importancia del QUÉ como objetivo y del CÓMO que permite flexibilizar las estrategias que podemos utilizar.
El fracaso momentáneo puede ser solo una interpretación que anima a buscar nuevas rutas y caminos por recorrer, que invita a evaluar los desempeños y la productividad. El cambio no se da por decreto, eso lo sabemos, es un proceso que implica aprender de la derrota y que obliga a levantarse a pesar de lo reñido y competido que pueda estar el mercado y es precisamente en la dificultad cuando podemos acrisolar la determinación que arrastrará el presente hacia el futuro deseado.
Cansarse no significa rendirse, es así como la perseverancia se convierte en una esperanza que nos ayuda a visualizar nuevas rutas y caminos, se trata de insistir y ser terco pero en la novedad, en la generación de nuevas experiencias, de aprender a reconocer cuáles caminos vale la pena vale la pena volver a recorrer y cuáles debemos abandonar para no caer nuevamente.
El futuro de las organizaciones se construye con los hilos del pasado que seamos capaces de tejer en el presente. Reconocer el QUÉ, diseñar el CÓMO y elegir con QUIÉN alcanzaremos los sueños estratégicos que hemos formulado para ser rentables, crecer y permanecer en el tiempo.   
1.       Tomado de Kaplan y Norton
2.       J. Daniel D. en el monstruo del cambio.


José Manuel Vecino P.* Magister en Gestión Ambiental, Especialista en Gestión Humana, Gerente de Gestión humana, Consultor empresarial y Docente Universitario.

sábado, 28 de febrero de 2015

EL RETO DEL DESARROLLO HUMANO COMO RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL


Por: José Manuel Vecino P.*
El Desarrollo de las naciones tiene relación directa con la capacidad de sus habitantes en hallar y poner en práctica estrategias orientadas a convertir en realidad las potencialidades de quienes pueden, con sus conocimientos y habilidades, transformar la sociedad en términos de mejoramiento de la calidad de vida.
Sin embargo, el origen del desarrollo no fluye de afuera hacia adentro, no basta con diseñar programas y asignar recursos, es preciso contar con el compromiso de quienes han sido llamados a construir las nuevas realidades sociales, académicas y científicas.
La historia de la humanidad está llena de ejemplos que nos ilustran sobre la capacidad que tiene el ser humano de convertir la potencialidad en realidad y ser referentes para las comunidades donde impactan sus acciones. Por su parte las organizaciones, en las últimas décadas, han comprendido la importancia que tienen las personas para el logro de los objetivos, han descubierto que no se contrata solo la mano de obra sino todo el contexto personal de quien ejecuta las tareas.
Se entiende que la vida social, personal y familiar no se queda en la puerta de la empresa y que son esas circunstancias precisamente las que pueden condicionar el desempeño y la gestión.
Si bien es cierto que las organizaciones disponen y organizan una serie de actividades orientadas al crecimiento personal, a la cualificación laboral y al aprendizaje, serán las mismas personas quienes deciden si se comprometen o no con los programas de desarrollo que les permitan descubrir sus competencias y ponerlas al servicio de la gestión que realizan.
El camino hacia la meta, pasa por dificultades que debe superar cada persona que decide comprometerse consigo mismo y tomar el mando de su propia vida; de aquellos que deciden ser los protagonistas de la historia que quieren construir y que no permiten que sus sueños resulten ser una experiencia que no valga la pena ser recordada.
El futuro nace del pasado y se construye en el presente, es la continua invitación para aceptar las fortalezas actuales y convertirlas en poderosos hilos con los cuales se tejan las realidades que nos esperan.
El desarrollo humano es una experiencia que nace, como lo afirma S. Covey, “de adentro hacia afuera”, es la oportunidad que tenemos para convertir la potencialidad en realidad, es el desafío de encontrar contextos propicios para hacer que nuestras capacidades sean valoradas por quienes hacen parte de nuestro círculo de acción e influencia.
Somos la semilla que está en permanente evolución y crecimiento y en algún momento dejamos de ser un “futuro” para convertirnos en el presente que reclama la oportunidad de continuar imaginando nuevos y mejores escenarios a los cuales llegar. Esa es otra buena noticia, la realidad nunca llega a un final, siempre tenemos la ocasión de ser llamados a protagonizar la historia compartida de nuestros equipos de trabajo y contribuir allí con nuestros talentos.
El desarrollo humano es una responsabilidad individual, no es de la organización, es un proceso comprensivo que obliga a tomar decisiones que nos lleven a descubrir y poner en marcha todas las capacidades que nos permitirán crecer y alcanzar los objetivos que nos propongamos, y aquí radica otra fuerza oculta que puede impulsar o frenar nuestro crecimiento.
Pueden las organizaciones invertir mucho dinero, y lo hacen sin duda, en diseñar y poner en marcha programas fantásticos orientados al crecimiento personal y profesional, pueden contratar a los mejores oradores y conferencistas, y también lo hacen, pero si no existe el motivo interno que dinamiza y moviliza la voluntad de los participantes, no se obtendrán los resultados esperados.  
A pesar de estar condicionados por la comunidad que nos rodea, de estar siempre acompañados y de recorrer los caminos de nuestra historia de vida en compañía de otros, somos nosotros mismos los únicos responsables de lo que nos ocurre; estamos inmersos en las consecuencias de las decisiones que hemos tomado, así nos dediquemos a culpar a las estrellas, a nuestros antepasados o incluso a nuestros jefes o nuestra pareja de lo que nos ocurre.
Es hora de “ponerse en marcha” y asumir con responsabilidad el mando de nuestra vida, de convertirnos en los líderes que transforman la realidad que nos rodea, de interpretar como un signo positivo la función que nos ha sido delegada y construir a partir de ella nuevas oportunidades que nos lleven a mejores puertos.


José Manuel Vecino P.* Magister en Gestión Ambiental, Especialista en Gestión Humana, Gerente de Gestión humana, Consultor empresarial y Docente Universitario.