Por: José Manuel Vecino P.*
Las complejas realidades sociales, la dinámica empresarial, los efectos de la economía y el mercado sobre las organizaciones y el impacto de la tecnología en la cotidianidad enmarcan la urgencia de hacer un pare estratégico que nos permita reconocer el camino que estamos transitando en su contexto.
La innovación se apropia cada día con más rapidez de los terrenos conquistados por la tradición, la historia se convierte en un soporte necesario pero no suficiente para asegurar la permanencia de las compañías en los futuros que se anticipan cada vez con más complejidad. Las modas administrativas se convierten en imperativos de gestión y en apuestas donde la improvisación y el ensayo ya no tienen cabida.
Los tiempos van cambiando y los desafíos son cada vez difíciles de afrontar, la relación costo-beneficio y la rentabilidad de las operaciones obligan al desarrollo de alternativas imaginativas que lleven a un resultado positivo en la ecuación entre satisfacción del cliente y ganancia neta. La competencia parece estar dispuesta a sacrificar los márgenes e incluso a arriesgar los flujos de caja con tal de asegurar las efímeras fidelidades de los inestables y volátiles clientes que están dispuestos a abandonarnos a la menor oportunidad que les ofrezca el mercado.
Las épocas de los grandes diagnósticos organizacionales ha terminado, los tiempos donde gastábamos días enteros reflexionando sobre la importancia de planear el futuro y elaborando matrices y cuadros de mando nos han dejado exhaustos y un poco desilusionados; es la hora de la acción, de hacer realidad los planes, de comenzar a intervenir en los problemas y de permitir que los viejos paradigmas den paso a nuevas maneras de entender e interpretar la realidad organizacional.
Hemos invertido muchos recursos económicos, tecnológicos y tiempo en diseñar planes de acción que nunca tomaron forma y simultáneamente vemos como otras empresas comienzan a tomar la delantera sin demasiadas maletas en sus manos.
La realidad nos informa todos los días a través de los medios de comunicación de compañías exitosas que cerraron sus puertas, que perdieron su ventaja competitiva o que su oferta de valor quedó obsoleta, empresas a donde el futuro nunca llegó y las esperanzas quedaron convertidas en sueños que nunca se realizaron. Anticipar el futuro significa también imaginarlo, considerar las variables y hechos que determinarán las condiciones que aseguren la sostenibilidad financiera y operativa de la empresa.
El futuro es un terreno gelatinoso que no necesariamente puede estar esperándonos, se trata de posicionar las ventajas competitivas como cimientos que nos impulsen a dimensionar las brechas que requieren atención inmediata, reinventar el presente es asumir las consecuencias de decisiones que quizá no resulten populares ni agradables pero que son necesarias si queremos ser contados en el grupo de los ganadores, de lo contrarios seremos la estadística que será recordada cuando se cuente la historia de los que no superaron la barrera del tiempo.
El ayer en las empresas recuerda las grandes gestas de los fundadores y los líderes que hicieron grande la historia y que hace grande fuerte y robusto el presente de la organización, incluso hoy podemos sentirnos orgullosos de nuestros procesos y de nuestros colaboradores, de nuestro portafolio de servicios y de los niveles de recordación y aprecio que tenemos en el mercado, especialmente entre nuestros clientes. Quizá gozamos de un presente majestuoso y maravilloso, competitivo y productivo. Nos sentimos cómodos con lo que somos y tenemos, queremos mantenerlo haciendo cada vez mejor lo que sabemos hacer como empresa.
No hace falta avanzar mucho en la reflexión para entender los peligros a los que nos pueden conducir las actitudes que promueven la zona de confort, la soberbia empresarial o el orgullo vano de quienes no se han tomado la molestia de conocer la historia de las organizaciones.
Estar alerta, ligeros de equipaje y prestos a moverse en la dirección que indiquen las circunstancias son algunas de las características de las empresas que reconocen la necesidad de reinventarse cada día, de actualizarse en sus procesos y herramientas tecnológicas. La sostenibilidad hace relación a la vocación de permanencia que acompaña a las empresas y por tanto se asocia también a las decisiones que toma cada día, no olvidemos que toda decisión incluye el riesgo y la incertidumbre que la convierte en una apuesta por acertar.
*José Manuel Vecino P.: Magister en Gestión Ambiental, Especialista en Gestión Humana, Gerente de Gestión human, Consultor empresarial y Docente Universitario
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